MÚSICA EN EL FOYER CON DJ’S DE LA ESCENA LOCAL
Meritxell de Soto y DJ Kenji
Gratuito
Sábado 1 octubre, 21h
Espacio: Teatre Alegría
Duración: 70 min
Precio: 11€
Idioma: castellano, subtítulos en inglés
Este año TNT va de juegos de palabras y de saltos temporales. Mientras en El Futuro o La Doble Sesión se cuestiona el sentido de las palabras para subrayar las fortalezas de la imaginación o las debilidades del discurso; en Jinete Último Reino o Interior-Noche se aprovechan los artefactos del teatro para recrear temporalidades pasadas o superponer temporalidades presentes —con un objetivo bastante similar—.
Y en medio de todo esto, Grandissima Illusione de Cris Blanco. Aquí la ilusión de la creadora para levantar un espectáculo de gran formato que habla del Amor (a través del tiempo y por encima de todas las cosas) convive en paralelo con la ilusión de facto que plantea desde la escena.
Cris empezó a incubar este espectáculo en tiempos pandémicos. Con la voluntad de homenajear el poder del teatro de ‘fingir-que’ para viajar donde y cuando sea, ideó una historia de amor entre una marquesa del siglo XVI (viva en un texto teatral inspirado en los clásicos de la época) y un técnico de sala del siglo XXI. También tenían que aparecer un astrólogo cubano, una juglar, un coro de tragedia griega, una actriz secundaria y el Texto —como un personaje más con voz y vida propias—. Debía tener un final apoteósico a lo Buñuel, efectos especiales y una escenografía/patchwork hecha de fragmentos de decorados reciclados y prestados por el Centro Dramático Nacional de Madrid y el TNC.
Pero no consiguió el presupuesto ni los apoyos necesarios para llevarlo adelante.
La illusione, sin embargo, sigue siendo grandísima. Al TNT llega Cris como quien dice a solas, interpretando casi todos los papeles y proponiéndonos igualmente un viaje a medio camino entre la ciencia ficción y el cuestionamiento de todos los paradigmas de la posmodernidad escénica —desde dentro—. Abrazando la precariedad y consigo misma de bandera, nos incita a que volvamos a suspender la incredulidad mediante las convenciones teatrales y que volvamos a enamorarnos de la ficción de una puñetera vez. Hay prácticas que no nos conviene relegar al pasado.
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