Energía. Vitalidad. Euforia. DOWN es una explosión concentrada de estados de ánimo sublevados y ganas de moverse. Hace poco más de un año que la coreógrafa suiza Mélissa Guex creó esta pieza de poco más de treinta minutos con el batería Clément Grin, y desde entonces, no ha parado de girar. Y es que no hace falta mucho para soltarse: ritmos sincopados, movimientos en bruto, y la tensión de coincidir en un espacio cotidiano viviendo una experiencia extraordinaria. Estos son los ingredientes con los que Guex nos invita a entrar en un tránsito colectivo.

Como explica la coreógrafa, DOWN nació en un momento difícil, justo después de sufrir una lesión que la dejó meses incapacitada para trabailar. Seguramente esa es la razón por la que la pieza se alimenta de un deseo intenso de salir, de expresarse, y de recuperar la lengua perdida, que en el caso de Guex es, inequívocamente, la que habla su cuerpo. A través de esa lengua del cuerpo se articula un lenguaje común con el sonido de la batería, dando lugar a un efecto multiplicador que, por momentos, nos transporta al calor de un concierto o de una manifestación.

No hace falta asistir a un macrofestival para sentir miles de corazones latiendo en sintonía. En el núcleo de esta pieza hay una fascinación por la multiplicidad de la masa, del colectivo, y por el amplio abanico de máscaras, identidades y disfraces que esta hace posible. El proceso de creación se ha nutrido en buena medida de esta pluralidad, de la transformación del cuerpo y la silueta en una especie de rave unipersonal donde se dan cita sirenas, centauros y otras criaturas mágicas habitantes del submundo. Si le preguntáis por el título de la pieza, Mélissa os dirá que, en los momentos más bajos, no siempre se puede nadar hacia arriba. A veces también es importante dejarse hundir, porque en la oscuridad abisal también chispea la belleza.

Ante el agotamiento del cuerpo, el transformismo. Ante los cambios que vive el mundo, el latido. Ante la incertidumbre, la fiesta.