17a edición del festival de artes vivas y nuevos formatos

La ausencia de imagen en el cartel de este año es una reivindicación: ante el exceso, un fundido a blanco. «El páramo de la imaginación congelada», dice el filósofo «Bifo» Berardi en referencia a la naturaleza de nuestros días. Y de aquí surge nuestra invitación a imaginar, a sumergirnos en un mundo menos prescriptivo, menos controlado, donde poder invocar conceptos resbaladizos como inestabilidad, desorden, caída, donde poder abandonarse a un estado menos racional y menos narcisista. «Seamos realistas, imaginemos lo imposible», podríamos escribir como si de una demanda del Mayo del 68 se tratara. No estamos en la misma situación, pero creemos en la potencia del gesto, aunque sea pequeño, y en la expansión hacia lugares que no aparecen a simple vista. Estamos en un momento de involución difícil de ignorar. Así pues, no nos queda otra: a modo de manifiesto levantamos una bandera blanca. 

Las artistas que forman parte del programa de este año también levantan sus banderas y comparten sus creaciones, que destacan por ser especialmente íntimas y profundas, nacidas de una inquietud muy personal. Creaciones, sin embargo, que huyen del solipsismo y que buscan conectar con un dolor más amplio que trascienda su yo. Algunas expresan incomodidades contemporáneas, otras la necesidad de referirse a aquello que el lenguaje no conjura, pero todas son una respuesta a un presente difícil de describir. Es posible que, al verlas, sintamos incomodidad, entusiasmo, conmoción, desconcierto, (des)identificación. Y hay donde elegir: lo importante es sentir. 

Por esa razón la programación está atravesada por la idea del duelo y algunas propuestas ensayan formas de hacer frente a una ausencia, una ruptura o una crisis. De entrada encontramos las propuestas que corresponden a las artistas más singulares e irreductibles de la programación: Katerina Andreou, Núria Corominas, Alberto Cortés, Gaya de Medeiros, Rosa Romero e Inés-Sybille Vooduness. Seis propuestas radicales que, a través del cuerpo y la palabra —siempre poética—, tratan de responder al colapso, con humor, pero también con rabia y dolor. Aunque se trata de un dolor que, al ser invocado y compartido, se atenúa. Desde la escena se invoca a madres, padres, amantes, maestros, ancestros, culturas y mitos, se invoca todo lo que nos configura y desfigura. Y el duelo se revela entonces como una práctica que quiere ser crítica y colectiva, casi una sanación. 

Como si de un afluente de la idea central del duelo se tratara, encontramos algunas propuestas que escapan a la representación y que inventan nuevas formas de redistribuir el conocimiento y el aprendizaje, que narran lo inefable, que aspiran a desprogramar los sistemas operativos que operan en nosotros, a permitir que las cosas dejen de ser como siempre han sido. Aquí presentamos las conferencias performativas de Norberto Llopis y Brigitte Vassallo, la pieza confesional del músico Nilo Gallego, y la última propuesta de Conde de Torrefiel, que nos invita a dejar de mirar, fieles a su obstinada investigación sobre cómo debe ser el teatro del futuro. 

Muchas de las propuestas mencionadas se sirven de la poesía entendida como una apertura que multiplica las interpretaciones y el deseo, que pierde en definición, pero que gana en revelación. Propuestas eminentemente plásticas que reflexionan sobre cuestiones existenciales de la condición humana. Hablamos del colectivo vasco Tripak, de Park Keito o de Monte Isla. 

Los nuevos formatos también están presentes en varias propuestas. Contaremos con dos instalaciones que podrán verse durante todo el festival. Por un lado, el colectivo portugués Teatro do Frio presenta una instalación inmersiva, una selva efímera creada con las plantas domésticas de la ciudadanía de Terrassa. Por otro lado, Jou Serra, al atardecer, presentará en el patio de la Casa Soler i Palet una espectacular instalación lumínica hecha con un rayo láser proyectado hacia el cielo, basada en la investigación sobre luz y género. La coreógrafa Marta Izquierdo presentará en dos plazas diferentes de la ciudad su creación original, un solo sobre patines que quiere hablar del miedo y el poder que conlleva enfrentarse a él. Mención especial merece el artista palestino radicado en Gran Bretaña Basel Zaraa, que reconstruye la casa de su infancia en un campo de refugiados para contarle a su hija de cinco años cómo es el lugar donde creció y por qué no pueden volver. Un bello ejercicio de memoria, íntima y colectiva, para un solo espectador, que evoca uno de los conflictos más aberrantes de nuestro tiempo. 

Seguimos trabajando con el espacio de creación egarense El Corralito CAA a través de una colaboración que se enriquece edición tras edición, y que quiere ser una plataforma de creación local. Este año presentaremos los procesos creativos de dos artistas jóvenes y emergentes, con propuestas especialmente singulares y muy conectadas con el carácter de la edición de este año: María Jurado y Elena Carvajal. 

Este año el TNT KIDS va de la mano de dos artistas brillantes que se acercan a un público familiar a partir de propuestas que no estaban pensadas originalmente para él: Laia Estruch y Le Parody. Laia Estruch presenta una escultura hecha con materiales hinchables inspirada en los parques infantiles, que estará expuesta durante todo el festival. Tendrá dos activaciones, una de ellas dirigida a familias que quieran experimentar con la voz y el material. Le Parody ofrecerá un concierto intergeneracional como clausura del festival el domingo por la mañana: el prelanzamiento de su nuevo álbum, que persigue el folclore del futuro y se pregunta sobre cómo seguiremos celebrando cuando el mundo ya no sea lo que es. 

Las piezas que podemos ver este año son como la luz de una vela cuando nos hemos quedado a oscuras. Una luz frágil, temblorosa y desnuda, que crea sombras y difumina contornos, pero que nos permite avanzar en la oscuridad porque nos dice dónde estamos, por dónde podemos caminar, qué tenemos a nuestro alrededor. A veces son formas que asustan, otras ilusionan, intrigan, divierten o incomodan. Casi siempre son pistas, indicios, respuestas. En esta era de falta de ideas, de imaginación congelada y de parálisis por sobresaturación, el arte puede ser un acto de imaginación radical. 

Marion Betriu, directora del TNT