La idea del cartel de este año es aparentemente sencilla: cambiar las piezas de una silla para transformar nuestra percepción, recombinarlas para propiciar una recomposición del cuerpo y también de los sentidos. Es posible que la postura sea menos confortable, que exija un esfuerzo, que las lumbares se resientan y que los abdominales tiemblen. Pero este año necesitamos proponer nuevas maneras de estar y de captar la realidad para distanciarnos de una actualidad desconcertante, deshacernos de la impotencia, del desánimo, y apelar al deseo de transformación. Dicen que los vencejos ascienden a casi tres mil metros de altura para orientarse con más precisión y averiguar hacia dónde deben dirigirse. Nosotros no podemos levantar el vuelo, pero sí podemos levantar algo más nuestra mirada. Es evidente que, crisis tras crisis, hemos llegado a una situación límite que nos sitúa ante el abismo. ¿Cómo afrontarlo?

En la presente edición hay muchas corrientes invisibles que entrelazan las piezas de la programación, una red ubicua y extensa que las interrelaciona y favorece el diálogo. Cada cual podrá zambullirse en ella siguiendo su propio instinto y acometiendo su propia lectura —dado que son múltiples. Os lanzamos una posible aproximación que parte de lo que percibimos como una necesidad primaria de apelar a lo esencial, y desde donde aparece un deseo de reaprender, de invocar nuevas maneras de entendernos y de relacionarnos entre nosotras, y también con un mundo que se acaba, pero que no se acaba. Propuestas valientes que tratan de imaginar la realidad y confrontarla con lo que podría ser, con una fuerte presencia del cuerpo, y en las que se lanzan muchas preguntas y se esbozan respuestas. Superados los imaginarios apocalípticos, ¿es posible volver a empezar? ¿Qué pasa cuando ponemos en riesgo nuestra mirada? ¿Qué hacemos con toda la herencia recibida? ¿Hasta qué punto somos conscientes de que la responsabilidad es siempre compartida?

Artistas tan singulares como Óscar Bueno, Leticia Skrycky, Aurora Bauzà y Pere Jou, Ça Marche, Iara Solano o Nilo Gallego presentan piezas en las que se nos propone desgranar capas, ir a la esencia, sintonizar con elementos primarios como el fuego o el agua, priorizar sentidos a los que siempre hemos otorgado un valor secundario, como el tacto o el oído, o atribuir nuevos significados a materiales que ya existen. Transgresiones aparentemente menores y especulativas, pero que buscan conducirnos hacia nuevas maneras de estar y de contemplar el mundo, atendiendo a otros principios. La construcción y la destrucción de la identidad es otro de los argumentos por el que transitan algunas piezas de la programación. Janet Novás, también desde un terreno especulativo, aborda la necesidad de disolver su identidad en varios cuerpos para renacer de una manera más colectiva. La Chachi y Joan Català tratan de entenderse a ellos mismos a través de las tradiciones a las que pertenecen, mezclando la experiencia colectiva con aquello más íntimo de sus biografías.

Otra de las reflexiones destacables que comparten algunas de las artistas de la presente edición es la de repensar la afectividad de las relaciones humanas. Los nuevos trabajos de Las Huecas y Sònia Gómez parten de una reflexión en torno a la amistad: ¿es posible la amistad hoy en día y en un mundo tan mercantilizado? ¿Es la amistad un espacio seguro en el que podamos exponer nuestra vulnerabilidad y salir reforzadas? En una línea similar, Ira Brand y Michikazu Matsune proponen ejercicios originales y desafiantes. La primera analiza las relaciones de poder y de sumisión entre dos personas, en la que posiblemente sea la propuesta más arriesgada de la programación. La segunda, del artista japonés establecido en Viena, reflexiona sobre cómo nos modelan las personas que hemos conocido a lo largo de nuestra vida, un ejercicio fantasmagórico que, sin duda, llenará el teatro de presencias.

Con un carácter más irreverente y reivindicativo, presentamos una serie de piezas hechas por creadoras que, mediante la palabra, la música y el humor, buscan, desde el feminismo, incitar a una rebelión frente a la mirada que nos construye y que intenta dictarnos cómo debemos ser y qué debemos hacer. Hablamos de los trabajos de Mariona Naudin, Alba Rihe, el dúo Glòria Ribera i Gemma Polo, y Natalia Fernandes. Estas dos últimas propuestas están pensadas para el espacio público y persiguen tanto la experimentación formal como la celebración.

Como en las últimas dos ediciones, y a través de una convocatoria conjunta con el espacio de creación egarense El Corralito CAA, presentamos a dos artistas emergentes que mostrarán sus procesos creativos. Este año los artistas seleccionados son laSADCUM y el trío de artistas Benet/Risi/Roca. En ambas propuestas converge una idea de fondo relacionada con cambiar el ritmo; la primera se pregunta por la relación de las nuevas generaciones con el sexo, relacionándolo con la hiperaceleración de internet, y la segunda propone disminuir revoluciones en un marco más matérico como es el de la cerámica, la arquitectura y el sonido.

Finalmente, TNT KIDS, como siempre, propone un programa en el que los más pequeños serán los protagonistas y en el que su participación será fundamental. Nilo Gallego nos invita a formar parte de un taller de creación sonora que sustituye la tecnología de los botones y las ruedecitas por la tecnología de la escucha y la imaginación, y sustituye la famosa pregunta “¿qué puede un cuerpo?” por la pregunta “¿qué puede un tímpano?”. El colectivo Desplegándose presenta una pieza para bebés hecha con diferentes objetos y materiales, y basada en el juego libre, y en la que las familias tendrán también un rol activo. Y, finalmente, los Buque Bólido nos cautivarán con una pieza divertida e imaginativa dirigida a personas de entre tres y ciento tres años que irá acompañada de un taller de escenografía con materiales reciclados que tendrá lugar un día antes para, entre todas, poder construir los objetos de juego.

El mundo es un lugar ruidoso y agotador que avanza sometido a cambios cada vez más frenéticos y angustiosos. Y nos gustaría convertir el festival en un refugio durante cuatro días. Lo cierto es que desconocemos qué pasaría si volviéramos a nacer o, hasta qué punto, como dijo Emerson, necesitamos ojos para ver. Pero da igual. Os ofrecemos estas sillas como posibilidad.