Tú preparándote para el TNT. Tú pensando qué espectáculos verás este año. Tú combinando horarios.

Hagas lo que hagas, tú eres el protagonista. Esta es una de las lecciones del POV (o point of view), un meme recurrente que nos ha acostumbrado a performar diferentes perspectivas, situándonos en la piel de otra persona. El POV visibiliza experiencias cotidianas y emociones reprimidas (rabia, frustración, tristeza, ansiedad…) para escenificar microdramas que, como dice Sara Ahmed, van más allá de lo personal y revelan estructuras socioculturales más amplias.

Núria Guiu traslada este fenómeno de las redes al escenario, profundizando en los vínculos entre cuerpo, imagen, digitalidad y poder, que desde hace años caracterizan su investigación. En POV, su formación como antropóloga toma más relevancia que nunca. Y no solo porque la subjetividad y la mirada sean problemas centrales de la antropología, sino también porque la presentación de esta pieza coincide con la entrega de su TFG (¡felicidades, Nuria!). Y esto podría ser una anécdota, y de hecho lo es, pero también es indicativo de cómo nos encontramos siempre dentro de las ficciones que construimos, y de cómo lo más cotidiano se mezcla inevitablemente con lo más elaborado.

La mayoría de imágenes que vemos en las redes sociales son imágenes de cuerpos. Cuerpos que gesticulan, cuerpos que se mueven, cuerpos que miran. El cuerpo siempre es la relación entre lo que yo digo y lo que tú lees. Está siempre poseído por diferentes subjetividades. Ante la pregunta de si podemos calificar POV como conferencia performativa, Núria se encoge de hombros y dice que lo que ella hace es danza. Eso y reírse de sí misma. Porque su mirada de antropóloga no va hacia afuera, sino hacia adentro: hacia la afectación corporal de las imágenes que, a pesar de ser aparentemente intangibles, determinan qué vemos culturalmente.

Con espíritu postirónico y autorreflexivo, POV se alinea con otras piezas que en esta edición también se preguntan por el efecto de las imágenes en nuestra subjetividad, como Fogonazo, de Serrucho; Mamarratxa Attack, de Julia Irango; o Fasting Girls, de Marta Azparren.