Yarmuk es el campo de refugiados palestinos más grande de Siria: un barrio entero de Damasco construido por las familias expulsadas de Palestina en 1948. Los residentes de Yarmuk se convirtieron en refugiados por segunda vez cuando los ataques del régimen de Al-Asad y el Dáesh obligaron a la mayoría a abandonar Siria. Este es el tortuoso desplazamiento que ha vivido el artista palestino Basel Zaraa, actualmente instalado en Birmingham, y que ahora tiene que explicarle a su hija Laila (de cinco años) cómo era la casa donde él creció y por qué no pueden volver allí.

Para responder a esa pregunta, Basel ha reconstruido la casa de Yarmuk en miniatura y nos invita a descubrirla a través de un audio, un álbum de fotos y una serie de acciones que nos ayudarán a retroceder en el tiempo y acercarnos a la intimidad de una de las muchas familias atravesadas por uno de los conflictos más crueles y vergonzosos de nuestro tiempo. Se trata de una experiencia individual y condensada en la que nos encontraremos cara a cara con los objetos y pasaremos a formar parte de su historia.

La casa es uno de los pilares de la cultura palestina y también se ha convertido en un símbolo de su resistencia y fortaleza. Tras setenta y seis años de violencia sistemática de Israel, las desplazadas palestinas siguen conservando las llaves de su hogar, aunque los edificios hayan sido bombardeados o demolidos. Más allá de simbolizar la reivindicación del derecho de retorno, estas llaves también demuestran que una casa es mucho más que cuatro paredes, y que lo más peligroso que podemos perder quizá sea la memoria. Así pues, de la misma forma que los padres de Basel construyeron una casa en Yarmuk con la esperanza de regresar algún día a Palestina, Basel también ha construido su propia casa hecha de recuerdos: una casa que cabe dentro de una maleta, pero que contiene lo más importante.

Dear Laila nos invita a entender cómo el coraje cotidiano puede plantar cara al trauma al mismo tiempo que nos traslada sensorialmente a otro espacio-tiempo, como también nos proponen Park Keito con Rokatei (La cabana de les set cançons), Marta Izquierdo con Flip o Inés-Sybille Vooduness con Simbi en aigües astronòmiques.