¿Alguna vez habéis pensado para qué sirven los parques infantiles? ¿O por qué están diseñados así? Ese es uno de los temas que preocupa a Laia Estruch, una de nuestras escultoras más juguetonas y performativas, capaz de detectar formas escultóricas donde no esperaríamos encontrar ninguna. ¿Qué son los parques infantiles sino grandes esculturas urbanas que nos animan a interactuar con ellos con todo el cuerpo? En la serie MOAT, Laia se ha dedicado a reinterpretar y rediseñar las estructuras propias de un parque infantil. Y es que, a pesar de la estética desenfadada de cualquier zona de juegos, ninguna decisión es inocente: el movimiento y el juego de los niños está tan previsto y pautado que cualquier parque infantil puede leerse como una partitura.

En la pieza que trae al TNT, Laia sustituye las estructuras rígidas de una zona de juego por los volúmenes adaptables y suaves de un gran hinchable. A diferencia del acero, la madera o el caucho, el hinchable necesita respirar, igual que nosotros. MOAT III es un diálogo entre cuerpos a través de la voz y del movimiento: el cuerpo humano y el cuerpo del objeto, cuya suma da lugar a un paisaje sonoro que se despliega a través de la acción.

Moverse por su interior no es tan fácil como parece. Lejos de funcionar como un castillo hinchable, la pieza de Laia es glotona y hace falta concentración y atención para que no nos devore. La clave: respirar con ella, gestionar su aire para mantener el equilibrio. Mientras dura la acción, Laia se funde con la respiración de la pieza hasta convertirse en un solo cuerpo.

Después de ver la escultura en acción, los niños podrán saltar dentro de ella y poner en juego su cuerpo y su voz con los volúmenes de la escultura. ¿Alguna vez habéis entrado en un parque infantil que respira? Laia os abre las puertas. Y, si os apetece profundizar aún más en el tacto y la sensualidad de los materiales, podréis visitar la instalación Range in between de Jou Serra, donde la luz toma el relevo a la voz como cuerpo sensible.