La premisa es simple: ¡trae tu planta!

Calathea, maranta, geranio, cactus, potus, tradescantia, sansevieria, romero, monstera, zamioculca, ficus, begonia, pachira, papiro, rosal, philodendron, draconiano, orquídea, tomillo, flor de cera, ave del paraíso, azufaifo de Palestina, pluma de Santa Teresa, yuca, albahaca, pilea, fenestraria, gasteria, helecho, caraguata, lechetrezna, lavanda, hiedra, jazmín, cintas, pata de elefante, cuerno de alce, esparraguera, crotón, fittonia, guzmania, aloe, echeveria, ponsetia, lirio, aspidistra, planta de cora, tillandsia, tronco del Brasil. Cualquier planta es bienvenida para transformar el espacio de lectura del Ateneu Candela en una selva efímera creada de forma colaborativa.

Desde el norte de Portugal, el colectivo artístico Teatro do Frio propone una acción sencilla pero poderosa: desprendernos durante unos días de una de las plantas que conviven con nosotros para reunirla con otras plantas de otros balcones, cocinas, habitaciones y salones de Terrassa, un conjunto vegetal donde confluyen múltiples especies, acompañadas por el significado personal que pueden tener para cada una de nosotras. Al fin y al cabo, en su improvisada configuración selvática, cada planta no deja de ser un pequeño ojo de cerradura desde el que pueden vislumbrarse intimidades domésticas.

Desde hace tiempo la escena se ha preocupado por incluir seres vivos que van más allá de los humanos, y Selva Coragem nos recuerda que la teatralidad vegetal no es una excentricidad contemporánea, sino algo tan común y arraigado como tener un potus sobre el armario. Las (mal llamadas) plantas de interior son como pequeños teatros de títeres que encontramos en cualquier casa y donde se representa el espectáculo de un mundo selvático y tropical donde las leyes humanas flaquean ante las implacables leyes de la naturaleza. ¡Fácil de decir!

La voluntad de esta propuesta no es tanto utilizar las plantas como excusa para crear una instalación vegetal y sonora (donde también encontraremos altavoces fotosensibles que, como las plantas, solo funcionan si están iluminados por el sol), sino que la instalación sea la excusa para reunir a diferentes personas e invitarlas a confiar en el cuidado de otra persona, pasear, sentarse o hablar sobre plantas, humanos y ecosistemas. Una buena excusa para cambiar nuestro punto de vista y dejarnos domesticar por nuestras plantas de compañía. Para darnos cariño y recuperar el coraje.